El
ruido de un coche fuera del orfanato hizo correr a las pequeñas como si les
fuera la vida en ello. Había llegado Lucas. Venía a quedarse de nuevo con ellas
durante una semana, la diferencia de la anterior ocasión, es que en unas horas
estarían allí sus posibles padres adoptivos para hablar con las niñas,
interactuar con ellas y conocerlas.
- ¡LUCAS! ¡LUCAS! –Gritaban las tres al
unísono tras la ventana de su habitación ya que aún no tenían permitido salir
del cuarto. Aún era ‘temprano’.
Él
no las vio lo que hizo que las tres niñas se entristecieran por un momento,
pero no mucho más, ya que en nada lo tendrían frente a ellas y tendrían una
larga semana para disfrutar de la compañía de su tío Lucas.
A él
no le preocupaba demasiado el tema de la
adopción ya que los candidatos eran realmente buenos, pero lo que si le
preocupaba era el tema de la muerte de sus padres, el cual aún estaba reciente
y creía que podía crear posibles tensiones entre ellas y cierto desprecio hacia
sus padres adoptivos, ya que sabe perfectamente que podrían pensar que ellos
querrán sustituir a sus difuntos padres e incluso podría crear disputas entre
ellas. Pero su trabajo era que eso no pasara y pensaba hacerlo lo mejor posible
para que ellas tuvieran un buen futuro y los padres mayor facilidad para
entenderse con ellas y no terminar cansados de intentarlo.
Ψ
-
¡Espabílate Kay! Rémi te está esperando. ¡Venga ya! –Gritaba Tyco
mientras agarraba a Kay del brazo y tiraba de ella escalera abajo. –Camina más
rápido mujer, que van a llegar tarde.
-
¡Suéltame! Ya camino yo sola. Aún son las cuatro. El orfanato está
a una hora no a cuatro, así que relájate, que ya es poco agradable tener que
hacer este trabajo como para tener que realizar este trabajo con tus tonterías.
-
¡A mí no me hables así maldita puta!-Gritó mientras la agarraba
más fuerte de las muñecas y la empotraba por un momento contra la puerta de la
salida y la agarraba por el cuello –Ni se te ocurra volver a hablarme en ese
tono. Que ya estoy harto de tus tonterías, un día me hartaré y te borraré del
mapa. -Y para darle mayor credibilidad a esta amenaza sacó el cuchillo que
siempre llevaba y se lo colocó en el cuello.- ¿Entendido?
No
pensaba contestar a aquella última pregunta, ya que había sido todo demasiado
rápido y realmente le había dado miedo, pero finalmente contesto con un leve
sí, ya que algo le decía que si no contestaba acabaría con ella allí mismo. Su
constante y desafiante comportamiento no lo podía evitar, ya que era en las
pocas ocasiones que se sentía bien, haciéndolo enfadar. A veces Kay pensaba que
era masoquista, ya que sabiendo lo que venía tras una mala contesta seguía
comportándose de aquella manera impertinente. Aunque si había notado en
innumerables veces que cuando se comportaba de esa forma en el club, nunca,
NUNCA alzaba la voz, siquiera hacia amago por acercarse a ella y atizarle una
fuerte paliza. No sabía si era por miedo a los clientes, por miedo a Rémi o
simplemente por dar imagen de ser todo un caballero ante su “público’’, pues
ante las demás chicas imposible. Ellas saben perfectamente de que pasta está
hecho.
-
¿Kay? –Murmuró Rémi tras ver un cuerpo por fin salir del viejo
edificio.
-
Sí, Rémi. Ya nos podemos ir.
Aquellas
fueron las últimas palabras que se dirigirían hasta que llegaran, y ella lo
sabía. El antiguo Rémi habría hablado durante todo el trayecto, pero se había
vuelto realmente frío, algo calculador, egoísta, solo pensaba en sí mismo…
realmente si seguía así terminaría siendo el próximo candidato para sustituir a
Tyco. Se empezaba a convertir en una copia de él.
Ella
nunca hubiera imaginado que él fuera capaz de aceptar ser parte de un plan de
su socio, sobre todo porque lo detestaba, detestaba sus planes y su mente
perturbada, pero ahora no sabía que pensar que pasaba entre ellos dos. ¿Se
habían convertido en dos buenos socios que participaban para que el negocio prosperara?
No lo sabía. Kay esperaba descubrirlo pronto.
Ya
tenían preparado todo lo que dirían en el orfanato a los servicios sociales por
lo tanto no tendrían que dirigirse la palabra. Tyco se había asegurado de que
todo estuviera hablado antes de que fueran, para que así no metieran la pata.
Ψ
-
¡LUCAS!
Después
media hora de espera por fin la Rotenmeyer le había dejado pasar a la
habitación de las pequeñas.
-
¡Preciosas! –grito Lucas abalanzándose hacia las tres cual niño de
tres años.
Las
abrazó durante unos minutos y después sonrío mirándolas, las había visto unos
meses atrás pero sin duda habían crecido, sobre todo las gemelas, ahora estaban
casi a la altura de su hermana Azura.
-
¿Es verdad que nos van a llevar a otra casa unos hombres?
-
Bueno… para que os voy a mentir, hay una pareja joven que no
pueden tener niños y les gustaría adoptar, les propusieron adoptaros a ustedes y
accedieron. Realmente no pensé que dijeran que sí ya que sois tres, pero sin
duda no querían separaros y nosotros tampoco. Ahora quieren conoceros. No creo
que tarden mucho en llegar y hablar con ustedes, pero tranquila aún no os iréis
con ellos. Por lo tanto no os asustéis ya que no va a ser todo tan rápido como
parece.
-
Entonces… ¿Ya no veremos más a la bruja? –Preguntó Daysha.
-
Si todo sale bien, sí.
-
¡BIEN! –Gritaron al unísono las gemelas.
Azura
mantenía el silencio, desde que semanas atrás Lucas le había dado la noticia no
le había gustado, sobre todo porque de la manera que se las planteaban parecía
que querían sustituir a sus padres. Aunque realmente no era por eso, era más
porque se trataban de desconocidos que por lo primero, le daba miedo que le
hicieran daño a ella y sus hermanas.
-
¿Azu? ¿Qué te parece tener un nuevo hogar? –Preguntó de improvisto
Lucas al ver que la niña no estaba demasiado entusiasmada con la idea, ni
siquiera por el hecho de no ver a la Señora Marshall.
-
No me gusta.
-
¿Pero por qué? No vais a ver más a la Rotenmeyer y vais a tener un
nuevo hogar donde ser felices.
-
No quiero. ¿Y si son malos? ¿Y si nos hacen daño?
-
Para eso estoy yo aquí, para que eso no suceda nunca. ¿Vale? Así
que tranquila no permitiré que os pase nada malo.
Ψ
-
Kay. ¿Estás lista? Ya estamos llegando. ¿Recuerdas todo lo que nos
dijo Tyco?
-
Sí. Nos conocimos en una clase de guitarra que tú impartías para
ganar dinero y yo asistí a ella porque en ese momento me interesaba la música.
Pasado un tiempo nos fuimos conociendo mejor y ya llevamos cinco años juntos a
pesar de los numerosos impedimentos que puso mi hermano por los cinco años que
me llevabas. Y ahora creemos que estamos preparados para tener alguien a quien
cuidar y nos una más, pero debido a un problema en los ovarios que no fue
descubierto a tiempo no puedo tener hijos.
-
Bien, tienes buena memoria, espero que los nervios no te traicionen
no me gustaría que Tyco la pagara contigo. –Murmuró mientras se bajaba del
coche y se dirigía a la puerta del copiloto para abrirla. Ya habían llegado.
-
Gracias. –Sonrío al ver el gesto que había tenido, sin duda aún
seguía teniendo esos modales que le hacían parecer todo un caballero.
“No
me gustaría que Tyco la pagara contigo” Se repitió a si misma aquella frase que
por un momento le hizo sonreír y recordar al amable y apuesto Rémi que conoció.
Su
aspecto físico no había cambiado, seguía igual, espalda ancha, musculado, ojos color
avellana, vestimenta y peinado al estilo
los años sesenta, pero desde luego que Rémi ya no era el mismo interiormente.
Ahí
terminó la corta conversación, ahora se tenían que concentrar en la actuación
por lo que decidieron meterse en sus respectivos papeles mientras se iban
acercando a la puerta.
A
Kay le resultaba realmente extraño, pero le dio la mano a Rémi para así parecer
más unidos y de vez en cuando le miraba con una sonrisa, solo ensayaba para
después.
-
Buenas tardes. ¿Son ustedes el señor y la señora Dubois? –Dijo una
voz minutos después de Rémi haber tocado el timbre. Era un chico de pelo
rizado.
-
Sí, somos nosotros. –Se adelantó a contestar Rémi y tras esto me
dio un beso en la frente de forma cariñosa haciéndolo todo más creíble.
-
Genial, las niñas ya están listas, deseando conoceros. ¿Estáis
nerviosos?
-
Un poco sí. –Murmuró Kay.
-
Tranquilos las niñas son bastante simpáticas, tranquilas y no creo
que tengáis inconvenientes con ellas. Aún tienen una semana para adaptarse a
ello, pero recuerda que no hace mucho que sus padres fallecieron, así que si
notáis alguna conducta extraña cuando os vean ahora, es normal. Pasad, pasad.
●●●
Sherlyn,
Azura y Daysha se encontraban en una sala en la que nunca habían estado antes,
y sin duda era una de las más limpias y nuevas del orfanato. Una especie de
sala de reuniones con su mesa y sillas, pero con la particularidad de que había
diversos juegos donde los niños podían jugar. Estaba colocado allí para que los
padres pudieran interactuar con los niños de una forma más cómoda y natural en
la que ninguno de los dos se sintiera incómodo, era realmente un buen método.
- Azu, Day, Sher… Ya han
llegado. –Dijo Lucas el cual acababa de entrar. -¿Queréis que pasen ya?
Ninguna
dijo nada. Pero asintieron con cierta duda y miedo por aquella situación, no
les gustaba para nada a pesar de que perderían de vista a la señora Marshall si
se iban.
Aunque ahora Azura le tenía
realmente más miedo a la señorita Amélie a pesar de que nunca la vio haciendo
nada malo. Tenía muchas dudas y quería resolverlas antes de irse a pesar del
pavor que le daba confirmar lo que le había dicho Derek.
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