martes, 16 de octubre de 2012

Capítulo 4. Primera Parte.



Ese iba a ser el primer día solas, sin Lucas a su lado para librarlas de los castigos, o para persuadirlas de que no hicieran ciertas cosas, ahora estaban ''Solas ante el peligro''. Ya no había vuelta a atrás, el juego había comenzado.

-          ¡Niñas estúpidas! Venga, levantaros, ya deberían estar en el comedor. ¡VENGA! -Gritaba la Rotenmeyer mientras a la fuerza las sacaba de la cama poniéndolas de pie. 

Aquella mujer era realmente cruel, nada más irse Lucas había dado rienda suelta a su crueldad. Siempre que venían los de Servicios Sociales trataba de portarse bien con los niños, pero una vez se habían ido, estallaba como una bomba.

Las hermanas hicieron caso mientras contenían algunas lágrimas, de no haber sido porque Lucas les dio una pequeña charla de cómo comportarse, ya Daysha habría saltado con alguna de sus malas contestaciones, pero por aquella vez se contuvo. Aunque mientras caminaban hacia el comedor farfullo por lo bajo. “Vieja Hurraca”, Las otras niñas trataron de contener la risa, pero acabaron estallando en carcajadas. La Rotenmeyer agudizó el oído ya que había oído las rizas, ese comportamiento la hacía parecerse aún más a las aves, o un animal salvaje a la espera de su presa.

-          ¡De que os reís mocosas! Contadme que es eso tan divertido.

Daysha tragó saliva y dijo un leve nada. Aquella vieja le daba miedo, demasiado. Y se notaba en su propia forma de ser, de no tenerle miedo, habría gritado ‘’Vieja hurraca’’ en voz alta.

-          Estoy esperando a que me digas Daysha. –Dijo parándose en seco a mitad del pasillo, a tan solo unos pasos del gran portón del Comedor. Y agarrando a la pequeña Daysha de la oreja. -¡DILO! Mocosa insolente, no mientas.

Daysha forcejeó intentando soltarse, y sus hermanas trataron de soltar la mano de la mujer, pero esta las aparto de un fuerte empujón.

-          Suéltame, suéltame. ¡Eres mala!
-          Hasta que no me digas que dijiste, no te voy a soltar niña.

Daysha soltó un largo suspiró, y chilló lo que antes hubo dicho, solo quería que le soltará la oreja. Al escuchar aquello la mujer soltó la oreja de la niña, pero rápidamente alzo la mano dándole un fuerte tortazo en la cara. Ahora no solo tenía la oreja roja, sino también la cara, esa mujer no tenía corazón.
Lo que había dicho Daysha había estado mal, pero aquella señora no sabía tratar con niños.

Una mujer más joven, y aparentemente con mucho más corazón que aquella vieja, empujó a Sherlyn y Azura de la escena, estas se opusieron mientras lloraban a lágrima tendida. La joven sabía lo que le esperaba, y la miró durante un minuto con gesto triste, ella no podía hacer nada.

Si algo podían notar era la diferencia de trato de sus padres la Rotenmeyer. Sus padres nunca las habían educado de aquella forma, sobre todo porque ellos habían recibido aquel tipo de educación y sabían que no era la adecuada. Nunca les pusieron la mano encima.

Ψ


En un lugar frío, oscuro e inhóspito, en el que únicamente había más que paredes y picón en el suelo. Allí, en medio de aquella habitación se hallaba Daysha, arrodillada, siendo vigilada por la hostil mirada de la Rotenmeyer. Ella, sujetaba una regla en la mano, mientras la pequeña temblaba.

La mirada de Daysha mostraba el miedo, y eso hacia sonreír a aquella mujer, de forma maliciosa. Daysha solo recordaba cuando sus padres les habían contado como los castigaban cuando hacían algo mal en la escuela, recordó algo de una regla, que les azotaban con ella en las manos mientras estaban arrodillados en picón. El picón le había hecho rasparse bastante las rodillas, y aún más cuando la mujer le hubo obligado a arrastrarse de un lugar a otro de la sala, mientras hacía presión en las rodillas de la pequeña, haciendo que estas se rasparan, manando así sangre de sus rodillas.

ZAS. Un golpe seco y sordo.


Poco después un llanto infantil invadió la habitación.



Aquel era el castigo más leve impartido, un castigo que no estaba permitido, pero en aquel orfanato se practicaba desde épocas atrás y eso nunca lo cambio. Sobre todo porque los niños nunca contaban lo que pasaba en aquella habitación, por miedo, por eso ella sabía bien que estaba a salvo de la ley, y es más, la mujer decía que aquel era la mejor educación, así iban a ser verdaderas personas y no niñatos sin educación.

Una vez el llanto de Daysha había casi desaparecido, la vieja bruja cogió una paleta que se hallaba en un rincón de la habitación, “La Habitación de los Castigos.”

Aquella mujer nunca estaba conforme con un simple reglazo, siempre acudía a aquella paleta de madera rígida. Se arrodilló en el suelo, y le bajó las braguitas a la pequeña, dejando su suave trasero al aire, levantó el brazo para asestar el primer y único golpe cuando un grito de una mujer joven hizo que la mujer detuviera el golpe, dejando la paleta muy cerca del trasero de la pequeña, la cual había intentado zafarse dando algunos golpes a la mujer.

Salvada por la campana.

La señora Marshall, (La Rotenmeyer) salió de aquella habitación dejando a la pequeña en el suelo, y gritando un “Lárgate, hasta el almuerzo no comerás nada.” Daysha se subió las braguitas y salió corriendo a su habitación, mientras lloraba a lágrima tendida, nunca olvidaría aquel momento. Por ahora estaba a salvo, pero pronto la Rotenmeyer se las cobraría, había sido un golpe de suerte que ese día viniera el inspector.




Ψ


A los demás niños los habían obligado a ir al jardín, algo que nunca se permitía, pero era un día especial, había venido el inspector.

A Sherlyn y Azura ya se les había pasado el llanto, pero no podían parar de pensar en su hermana y hacerse la misma pregunta; ‘’ ¿Qué le habrá hecho esa bruja?’’.

Sherlyn empezó a corretear tras los demás niños, apuntándose al juego, aunque sin mucho entusiasmo, por lo que pronto se cansó y se sentó en el césped mustio, mientras miraba las pequeñas hormigas que subían por sus piernas, le hacían cosquillas, pero ella no las retiraba, al contrario jugaba con ellas impidiéndoles pasar, para que así tuvieran que buscar otro lugar por el que pasar, era divertido.

-          ¡Hola niña! –Murmuró una voz desconocida.

Sherlyn alzó la mirada viendo así a un niño un poco más bajo que ella, o eso le pareció ya que estaba sentada.

-          ¡Hola niño! –Dijo entre risas, aunque pronto paró de reír, acordándose de su hermana, no la habían dejado salir al jardín, eso la entristecía, seguro que la habían castigado.

-          ¿Cómo te llamas? Eh, eh, ¿Cómo te llamas?

-          Sherlyn, me llamo Sherlyn. ¿Y tú?

-          Ander. ¿Tú tampoco tienes papás?

-          No… Oye… ¿Cuántos años tienes? Yo tengo estos… -Murmuró mostrando cinco dedos.

-          Yo… yo tengo dos menos que estos…-E hizo lo mismo que Sherlyn, pero mostrando tres dedos.

-          Halaaa… pues eres tan alto como yo. –Dijo mientras se levantaba Sherlyn y reía poniéndose al lado del niño.

Rieron durante un rato, mientras contaban algunas ‘hazañas’, Ander tenía muchas que contar, la mayoría eran de juegos que hacía con sus amigos del orfanato, sobre guerreros, piratas y esas cosas. Sherlyn le dijo que un día quería jugar y él, le propuso jugar mañana, antes de que ‘la bruja’ pasara a despertarlos, ya que pocas veces coincidían todos los niños juntos. El tiempo libre lo pasaban en sus habitaciones o en la escuela, la cual aún no había comenzado.

-          ¡Hala! ¿Sois hermanos? –Preguntó una niña mucho más grandes que ellos, unos siete años.

Sherlyn y Ander rieron cómplices mientras negaban, y se miraban mutuamente. No extrañaba que lo preguntara aquella niña, ambos tenían el pelo rubio, ojos azules y la tez un tanto pálida.

-          ¿Enserio? Sois idénticos. Yo… yo soy Zallsie.

Justo iban a responder ellos, cuando la voz de la señora Marshall interrumpió aquello.

-          ¡Mocosos! A vuestras habitaciones ¡YA! Se acabó el chollo.


Eso era señal de que el paraíso había terminado. El inspector ya se había ido sin percatarse de la ausencia de una niña. Daysha.



Continuará...


4 comentarios:

  1. Me complace ser el primer comentario. Este capitulo es realmente desesperanzador. Y aun asi se compensa con la naturaleza feliz de la joven niña. Me gusta la narracion del ambiente y la existencia de esa sala de los castigos. Supongo que vivir en la zona en la que vivo me da cierta empatia con las protagonistas.
    La dicotomia entre el dolor y la ternura me parece sumamente adorable. Sigue escribiendo por favor, que, aunque pueda comentar mas o menos, te garantizo estare pendiente de cada una de tus actualizaciones.

    Te invito de paso a descubrir mi blog.

    Un lugar donde se escribe para narrar, imaginar, describir y soñar.

    http://lahoracapicua.site11.com

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  2. Es todo un placer que alguien comente.
    Daysha es una niña bastante feliz al igual que Sherlyn, y eso es algo que da un toque realmente tierno a esta historia, espero que se me permita decirlo siendo la autora, pero es lo que pienso.

    La verdad que la sala de los castigos fue algo que me costó describir, de hecho tuve que buscar varias palabras que use para su descripción. No vaya a ser que use una palabra que no tenga sentido alguno con lo que describo.

    Muchísimas gracias nuevamente.
    Me pasaré más a menudo por tu blog, que lo tengo pendiente, aún no lo he olvidado.
    Un beso Sherlyn.

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  3. Fantástica narración Sherlyn. Que angustia con esa mujerona... ufff... para decirle un par de cositas a la cara...
    En mi época escolar, tengo 41 años, había una profesor del que ahora pienso, si no le proporcionaría placer sexual, el inflingirnos todo tipo de dolores... regla en manos y punta de los dedos... golpes con los nudilos en la cocorota.... tirones de orejas y patillas... sopapos a mano abierta...
    Todo lo que te cuento real, y recuerdo su sobervia y chulería perfectamente...
    Me ha recordado todo eso... muy buen capítulo amiga.
    Continúo con ello, un abrazo, feliz sábado amiga !!!

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    1. Muchísimas gracias Mikel una vez más por tu comentario, tus ánimos y tus anécdotas.

      Tal vez no yo no haya vivido esa situación o tal vez sí, pero sé que es horrible y doy gracias porque ya casi no ocurre, aunque ese casi se debería poder eliminar de la frase, ojalá algún día lo pueda decir...
      Que injusto es el mundo y que soñador el ser humano, o al menos yo.

      Un beso.
      Yo me pasaré por tu blog a la vuelta de unas pequeñas y tal vez no tan pequeñas vacaciones, mientras tanto tendré libreta en mano...

      SMHJ

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Cualquier comentario que sea de mal gusto será borrado, es decir que al dar una critica utilices insultos soeces. Si tenéis blog dejarlo en el link. Y por supuesto, quiero vuestra opinión. Saludos Príncipes y Princesas de Sherlyn.