jueves, 6 de diciembre de 2012

Capítulo 5. Primera Parte.


Por primera vez en semanas el sol permanecía en el cielo sin ser tapado por ningún nubarrón ‘terrorífico’ de esos que no podían faltar en el escenario del orfanato.

-          Estás de mala suerte bucanero, ha llegado tu hora. Princesa, llama a Sam y baja con él a la bodega, carguen el ‘tesoro’ a nuestro solemne barco–Gritó una voz infantil mientras movía la mano imitando los movimientos de los piratas cuando luchaban.

Y como no la memoria de Ander era innata por lo que decía palabras que había oído en películas aunque no sabía realmente su significado.

-          Lo siento capitán pero no puedo dejarlo solo ante tal vil bucanero. –Dijo Sherlyn, la cual jugaba el papel de la “princesa de los mares’’, y corrió al lado de Ander mientras luchaban ambos contra el último superviviente del barco enemigo.

Sherlyn saltó con espada en mano y entre los dos comenzaron a asestar golpes el oponente, la joven Sherlyn recibió varios golpes acarreando heridas, aunque no demasiado graves ya que el apuesto Pirata Dunsky la protegía.

PUM. PUM. Aquellos sonidos eran la señal de que la Rotenmeyer se acercaba, y eso no era para nada bueno, pues a las niñas se les tenía terminantemente prohibido ir a las habitaciones de los niños. Esa era otra característica que confirmaba que el orfanato estaba chapado a la antigua en miles de aspectos, y eso que únicamente se trataba de niños de corta edad. Sin esperar mucho más Sherlyn salió corriendo y se escondió bajo una de las camas que se encontraban en la habitación, mientras cerraba los ojos deseando que no la pillaran.

-          ¡ANDER! ¡SAMUEL! ¿A qué se debe tal escándalo?

-          Lo sentimos señorita. –Se anticipó el educado Ander Dunsky, y Samuel repitió otro lo siento tras oír el de su amigo, no le había dado tiempo a reaccionar.

-          Nada de lo siento, ¿A qué se debe?

-          Estábamos jugando señorita. –Contestó ahora Samuel.

-          Pero no estabais solos ¿no? , había alguien más ¿verdad?

-          No señorita, solo estábamos Samuel y yo. Bueno y Hackett, pero fue a hacer pipí.

-          ¿Hackett no sabe que se tiene terminantemente prohibido ir al baño antes de que yo haya pasado por las habitaciones?

-          Pero tenía muchas ganas seño… -Apuntó Samuel.

-          No hay peros que valga, voy a buscarlo. Ya me ocuparé luego de ustedes, no arméis más escándalo u os la veréis conmigo.

-          Señorita, no castigue a Hackett, por favor, es culpa nuestra, le dijimos que no pasaría nada si salía. –Dijo Ander antes de que saliera la Rotenmeyer, pero esta no se paró a escucharlo.

Sherlyn se había salvado por los pelos, pero ahora la culpa de que le impusieran un castigo a Hackett caía sobre los hombros del pequeño Rubio, Ander y la tímida Sherlyn. Hackett solo estaba fuera haciéndoles un favor, que era dar dos golpes si venía la Rotenmeyer, y ahora podría estar recibiendo uno de los crueles castigos. Una vez la Rotenmeyer abandonó el pasillo de las habitaciones de los chicos, la dulce Sherlyn salió de debajo de la cama, se despidió de forma rápida y volvió a su habitación, justo a tiempo. Diez minutos más y cuando la joven que trabajaba para la Rotenmeyer pasara por su habitación para ir a comer no la habría encontrado.






Ψ



La comida transcurrió con normalidad para los pequeños, a excepción de un pequeño detalle. Una niña un año menor que Sherlyn llamada Amanda se dedicó a incordiar a Sher cada vez que hablaba con Ander o le dedicaba una simple sonrisa. Amanda llevaba en aquel orfanato desde que nació, por lo tanto lo conocía desde mucho antes ae Ander aunque solo hacía cuatro meses que el niño había llegado al orfanato.

Pronto los niños se fueron levantando de sus asientos dejando así el comedor en silencio. Sherlyn, esta vez no se entretuvo hablando con Ander sino que se fue directa a su habitación para leer un libro de los que aún conservaba. Daysha en cambio fue al despacho de la Rotenmeyer, pues la señora se lo había pedido el día anterior.

-          Toc, toc. –Dijo Daysha mientras movía la mano dando pequeños golpes en la puerta.

Nadie contesto, siquiera una sola voz se oía dentro del despacho. Daysha apoyó la oreja en la puerta intentando confirmar la presencia de alguien en la habitación con algún sonido que le hiciera saber si se hallaba allí. Nada, ni un ruido.

La puerta chirrió y se abrió ante Daysha tras apoyar la mano en la puerta.
Unos ojos brillaban en la oscuridad de aquella habitación, y sin pensar en las consecuencias que podría acarrear aquello entro en la habitación atraída por aquellos luminosos ojos. Posiblemente se tratara de un gato, pero pronto su mirada acaparó un sobre de gran tamaño donde pudo leer el nombre de sus hermanas e incluso el de ella. Entonces se acordó que cuando su madre abría cartas, estas tenían su nombre, por lo tanto ella tenía el derecho a leer la carta. Y sin más se acercó al sobre y con sumo cuidado la sacó, ya estaba abierto.

Y comenzó a leer con cierta lentitud, sorprendida por quien les había escrito, aquello había sido una sorpresa agradable que hizo que tras terminarla de leer la guardara en el bolsillo de su abrigo para poder enseñarle la carta a sus hermanas, tenían que leerla, y con total certeza sabía que les encantaría y las haría muy felices.

Ψ


En una de las tantas habitaciones del orfanato Azura jugaba con una pelota pasándosela a su hermana, cuando de repente la pelota rebotó con demasiada fuerza en el suelo y salió disparada por la puerta. Teniendo así que salir corriendo tras ella. La pelota botó varias veces antes los ojos de Azura, ya luego su mirada se perdió, dejando así de ver la pelota, la cual rodaba por el pasillo lentamente. Ahora, el centro de atención de la mirada de la escalofriante niña era una figura al fondo del pasillo que la miraba atentamente desde la oscuridad, y lentamente se acercaba a la niña. Ella no parecía tener miedo, es más parecía esperar a que aquella sombra masculina se acercara más, y le comunicara su mensaje, pues sabía que tenía un mensaje para ella, sabía que no era normal, que era una persona del más allá.

Ya está a tan solo unos metros de ella.

Poco a poco sale de la penumbra y puede ver cada detalle de su rostro, era un hombre de unos treinta años de edad con nariz aguileña y un destacable rostro cuadrado con unas mandíbulas bastante marcadas, pero lo más distinguido era la ausencia del ojo izquierdo, aquello inquietó hasta a la imperturbable Azura, la cual ahora estaba asustada. El hombre permanecía inmóvil frente a ella mirándola con su penetrante y único ojo de color verde.

-          ¿Qué… Qué quiere señor?

-          Me… persiguen… me persiguen…

-          ¿Quién te persigue señor?

-          El cuervo, el cuervo me persigue. ¡AYÚDAME!

Desapareció ante sus ojos tras gritar aquel escalofriante ¡AYÚDAME!, parecía que iba a desgarrársele la garganta. La agonía, la desesperación era notable en su voz.

Y para rematar aquel encuentro, poco a poco en la pared aparecieron dos simples palabras


‘’ HELP ME’’.







Continuará...

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2 comentarios:

  1. Un poco tarde ya hoy pero leido Sherlyn. Te digo que estaba tenso segun salía el tuerto ese de l pasillo... muy bien descrito ya te digo.
    Muy bien amiga. Sigo la lectura, un abrazo !!

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    Respuestas
    1. Muchas gracias nuevamente.
      Creo que me acerqué mucho al resultado que quería lograr, pero aún así siento que algo falló...
      No sé...
      Muchas gracias aún así.

      Un abrazo.

      SMHJ

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