Ψ
Las
jóvenes hermanas a hurtadillas bajo una sábana leían aquella carta cuyo
remitente era Lucas, y que por alguna razón la Rotenmeyer no les había
entregado.
Ellas
no eran las únicas testigos de aquella escena, alguien las observaba desde uno
de los lugares más oscuros de aquel inhóspito orfanato.
La voz de la pequeña Sherlyn
resonaba en las paredes de aquella pequeña habitación que poseía una gran
acústica debido a los altos techos.
Así
decía la carta:
«Preciosas princesas, ya el verano se va terminando,
y eso quiere decir que pronto comenzaréis la escuela, una escuela nueva y
desconocida. Pero no solo eso, sino que también recibiréis multitud de visitas
de parejas en busca de futuros hijos adoptivos.
Sólo espero que no lo estéis pasando mal, pues sé
perfectamente en el lugar donde os encontráis, sé cómo es la señora Marshall,
pero lo más importante es que puedo ayudaros a sobrevivir en ese alarmante
lugar.
Aún
me despierto a media noche por culpa de los remordimientos. Siento tanto
haberos dejado allí. Pero no podía hacer nada, era el lugar que el gobierno os
asignó.
Perdón, También siento algunas de las palabras que
uso, sé que os costará entenderla, Lo siento.
Tengo un consejo peques, escuchar con atención,
bueno… leer con atención.
Tenéis que permanecer unidas, si queréis salir de
ahí, tenéis que permanecer unidas, y para nada debéis dejar que os separen,
porque estoy seguro de que no os gustaría estar lejos la una de la otra…
Pequeñas diablillas. Os quiero.
Ya sabéis.
‘’ PERMANECER UNIDAS’’
Un beso enorme,
Luc .»
Ψ
Las
jóvenes hermanas a hurtadillas bajo una sábana leían aquella carta cuyo
remitente era Lucas, y que por alguna razón la Rotenmeyer no les había
entregado.
Ellas
no eran las únicas testigos de aquella escena, alguien las observaba desde uno
de los lugares más oscuros de aquel inhóspito orfanato.
La voz de la pequeña Sherlyn
resonaba en las paredes de aquella pequeña habitación que poseía una gran
acústica debido a los altos techos.
Así
decía la carta:
«Preciosas princesas, ya el verano se va terminando,
y eso quiere decir que pronto comenzaréis la escuela, una escuela nueva y
desconocida. Pero no solo eso, sino que también recibiréis multitud de visitas
de parejas en busca de futuros hijos adoptivos.
Sólo espero que no lo estéis pasando mal, pues sé
perfectamente en el lugar donde os encontráis, sé cómo es la señora Marshall,
pero lo más importante es que puedo ayudaros a sobrevivir en ese alarmante
lugar.
Aún
me despierto a media noche por culpa de los remordimientos. Siento tanto
haberos dejado allí. Pero no podía hacer nada, era el lugar que el gobierno os
asignó.
Perdón, También siento algunas de las palabras que
uso, sé que os costará entenderla, Lo siento.
Tengo un consejo peques, escuchar con atención,
bueno… leer con atención.
Tenéis que permanecer unidas, si queréis salir de
ahí, tenéis que permanecer unidas, y para nada debéis dejar que os separen,
porque estoy seguro de que no os gustaría estar lejos la una de la otra…
Pequeñas diablillas. Os quiero.
Ya sabéis.
‘’ PERMANECER UNIDAS’’
Un beso enorme,
Luc .»
Los
recuerdos llegaron y pronto se encontraron navegando en ellos, hasta llegar a
los más nítidos y trágicos de un mes atrás, cuando sus padres aún estaban con
ellas. Rápidamente rompieron a llorar. Aquella carta había traído recuerdos,
simplemente porque Lucas había formado parte de aquella trágica etapa que aún
ellas vivían.
-
Papá… -Murmuró Sherlyn. –Te echo de menos… ¿Por qué tú no vienes
como mamá? Quiero verte… Y al abuelito, también al tío Erich.
Era
realmente desgarrador ver como tres huérfanas lloran la muerte de sus padres
con el único consuelo de que se tienen las unas a las otras.
Silencio.
Continuaban
bajo la sábana, quietas y sin emitir ningún sollozo, sin respirar… No, espera
un momento, sí, sí respiraban, solo dormían. Habían caído rendidas después de
tanto llorar.
Un siseo despierta a la
mayor del trío Höhner. Y por un momento se desespera mientras busca una pequeña
abertura por la que entre luz a través de las sábanas, por fin la encuentra y
sale de debajo de la blanca sábana.
Aire, un aire espeso se
respiraba en la fría habitación y entonces mientras recorría la habitación con
la mirada, en la esquina de la habitación surgió un rostro, un rostro que Azura
ya conocía, el hombre sin ojo.
-
Hola pequeña…
Poco a poco se fue acercando
a ella, solo se escuchaba su propia respiración y los pasos del fantasma
mientras se iba aproximando, era escalofriante ya que casi parecía que flotaba
pero se oía como si arrastrara unas pesadas botas.
-
¿Qué… qué quieres?
Azura trataba de hablar de
forma tranquila y convincente, aquello se debía a que siempre había sido la más
valiente, a la que menos le asustaba hablar con los espíritus que acudían a
ella, aunque pocas veces hacía algo, simplemente los escuchaba y con inocencia
les ofrecía una tonta solución, por ello su madre era la que los ayudaba.
Aunque no siempre se iban, muchas veces se quedaban rondando por la casa.
-
Tengo que contarte algo… para que así me puedas ayudar. –Azura
asintió nuevamente y permaneció a la espera de que empezara a contarle.
-
Ella me hizo esto… -Paró y señalo la cuenca vacía de su ojo y
murmuró.- Ella me mató, ya no estoy en este mundo y me quiere seguir teniendo
atado aquí… -Hizo una pausa y tras toser varias veces procedió –Quise vengarme
y en cambio solo conseguí que me arruinara mi eterno descanso… yo solo quiero
descansar en paz… Por favor. Ya no importa la venganza.
Y de
nuevo desapareció sin dar respuesta a las preguntas que estaba a punto de hacer
la pequeña médium, esta vez ante sus narices. Y el aire pronto se tornó
agradable, ya no era tan espeso ni desagradable como antes.
Toc,
toc. Desde luego no era casualidad que se hubiera esfumado y luego alguien
tocara la puerta. Era la señorita que las había despertado los días anteriores.
-
Peques, la señora os quiere ver.
Una
vez más la expresión de la joven dejaba ver una terrible compasión por las
niñas. Justo cuando la joven le fue a decir algo a Azura vio como las otras dos
dormilonas salían entre las sábanas; haciendo que se acababan de despertar, a
pesar de que habían presenciado lo sucedido con el hombre sin ojo. Y eso se
notaba en el nerviosismo que presentaba Sherlyn.
Ψ
Daysha
conocía aquel lugar, ya había estado allí con anterioridad, cuando cogió lo que
le pertenecía, la carta.
Sin
embargo no sabía porque estaban allí, pero si de algo estaba segura es que no
quería volver a la horrorosa habitación de los castigos. Desde que habían
llegado a aquel lugar todo había sido horrible, ni una sola buena noticia, por
lo tanto tenía razones para pensar que se trataba de algo espantoso.
-
Buenos días señoritas.- Murmuró alguien a sus espaldas, para ellas
inconfundible, el mal en persona.
Una
vez estuvo frente a ellas sonrío falsamente amable, esperando a que dijeran
algo, lo cual resultó ser un intento en vano.
-
¿Tenéis algo que contarme?
Todas negaron a la vez.
-
Me ha desaparecido una carta de encima de la mesa… -Las miró a las
tres esperando una confesión. Como no la consiguió miró a Daysha.- ¿Daysha? Tu
estuviste que haber pasado ayer por aquí. ¿Viste la carta?
La
niña sentía la respiración de la Rotenmeyer cada vez más cerca de su rostro.
Y aquellos penetrantes ojos
negros ejercían una gran presión en ella, intimidaban. Pero en cambio fue Azura
la que cedió a la presión.
-
Vale, vale. Sí, yo la vi. La cogí porque tenía nuestros nombres,
es nuestra. Y mamá cuando la carta tenía su nombre las abría.
-
Ahora tu madre no está aquí, ni volverá. Las normas las pongo yo.
Me has defraudado pequeña, nunca me hubiera esperado esto de la seria Azu. Has
cometido un hurto, la robaste.
-
¡NO! Tenía nuestros nombres. –Insistió ahora Daysha.
PLASH.
Una fuerte bofetada calló en la mejilla de la insolente niña, la cual
permaneció en silencio y luego pequeñas lágrimas comenzaron a salir de sus
cristalinos ojos. Ahí fue cuando Sherlyn se dio cuenta del castigo que le sería
impuesto a su hermana mayor, velozmente se aferró a ella, esperando que aquello
fuera suficiente para que no la castigaran, pero poco tardó en arrancarla de
sus brazos y llevársela a la habitación más temida por los huérfanos del
orfanato.
Continuará...
Si te gusta, y quieres el siguiente capítulo solo tienes que pedirlo, y dejar tu opinión. Para ver si escribo el siguiente capítulo o no.
Me borraron la cuenta de tuenti, aquí os dejo el nuevo link.
Wow, me encanta como escribes, casi parece que los lectores también estamos ahí ante esas escenas. Espero impaciente el próximo capítulo, ¡está muy interesante!:)
ResponderEliminarRealmente me alegra escuchar eso :')
ResponderEliminarComo digo yo, siempre todo buen comentario sirve de incentivo, y una critica constructiva ayuda a mejorar, enserio muchas gracias por tu comentario :)
Está muy interesante la historia, y dan muchísimas ganas de seguir, te deja que la intriga. Ay, sigue, sigue, porfis. ¡Te quiero!
ResponderEliminar¡Oh! Me alegra oír eso la verdad :)
ResponderEliminarYa tengo ideas para lo próximos capítulos, así que en cuanto pueda me pongo... ya que ando un poco enferma :)
Gracias por leer y comentar enserio.
Un beso
Guay!! me gusta la hidstoria y cómo la relatas...además me recuerda según qué cosas jaja, Espero las próxima, saludos
ResponderEliminarMuchísimas gracias por el comentario.
EliminarEn serio ayuda un montón saber que os gusta de ella y también el que no, aunque en tu caso sólo constatas los bueno.
Muchas gracias. Aunque me gustaría saber ¿A qué te recuerda?
Un beso
SMHJ