Ψ
Las
pequeñas Höhner corrieron a toda pastilla hacia la habitación, pero no sin
antes despedirse de Ander y Zallsie. Pues a pesar de que Azura se mantuvo al
margen de la conversación en todo momento. Aun así el pequeño Ander le había
caído espléndidamente.
El pasillo que dirigía hacia
las habitaciones era realmente apagado, triste y lo contrario de pulcro, muy
acorde con el resto del lugar, daba miedo.
Al
entrar en la habitación encontraron a Daysha en la dura y destartalada cama
mientras sollozaba y eso se podía notar por su entrecortada respiración. El
crujir de la puerta hizo que girara la cabeza rápidamente en dirección a la
puerta. Su mirada inevitablemente dejaba ver el miedo que sentía en aquel
momento, lo último que deseaba era cruzar mirada alguna con la señora Marshall,
Lo sucedido en la sala de los castigos, había hecho que Daysha le tuviera más
respeto, o mejor dicho, miedo.
Suspiró
al ver que se trataba de sus hermanas.
-
¿Day?, ¿Estás bien? ¿Qué te hizo esa bruja? –Preguntó la mayor de las
Höhner.
-
Sí, estoy bien… Nada, no me hizo nada. –Murmuró mientras mantenía
las manos sobre sus rodillas, tapando la sangre ocasionada por el picón.
-
¿Estás segura? –Preguntó la madura e intuitiva Azura nuevamente.
Varias
veces formuló la misma pregunta, y finalmente la cabezota Daysha decidió
contarlo, para que así ellas no cometieran el mismo error, y también porque sus
padres la habían educado bien, siendo así la verdad la que predominaba en el
hogar de los Höhner, aunque no siempre Daysha era sincera, pero en este caso se
trataba del bien de sus hermanas, era pequeña pero con cabeza y uso de razón.
Narró
torpemente lo sucedido en la habitación, aunque posiblemente se haya saltado la
parte de la ‘’paleta’’. Entre lágrimas miró a sus hermanas, pero finalmente
sonrío y les dio un beso a cada una, mientras de un saltó se ponía en pie en el
suelo.
-
¿A dónde vas? –Preguntó la pequeña Sherlyn.
-
Vamos de excursión.
-
Day… no podemos salir de aquí, si no la bruja nos peleará y
pegará.-Dijo Sherlyn en tono inocente.
-
Bueno… eso es verdad, no quiero ver a esa bruja. Nos quedaremos
aquí, aunque no me gusta la idea. ¿Qué podemos hacer?
Ψ
Las
pequeñas Höhner corrieron a toda pastilla hacia la habitación, pero no sin
antes despedirse de Ander y Zallsie. Pues a pesar de que Azura se mantuvo al
margen de la conversación en todo momento. Aun así el pequeño Ander le había
caído espléndidamente.
El pasillo que dirigía hacia
las habitaciones era realmente apagado, triste y lo contrario de pulcro, muy
acorde con el resto del lugar, daba miedo.
Al
entrar en la habitación encontraron a Daysha en la dura y destartalada cama
mientras sollozaba y eso se podía notar por su entrecortada respiración. El
crujir de la puerta hizo que girara la cabeza rápidamente en dirección a la
puerta. Su mirada inevitablemente dejaba ver el miedo que sentía en aquel
momento, lo último que deseaba era cruzar mirada alguna con la señora Marshall,
Lo sucedido en la sala de los castigos, había hecho que Daysha le tuviera más
respeto, o mejor dicho, miedo.
Suspiró
al ver que se trataba de sus hermanas.
-
¿Day?, ¿Estás bien? ¿Qué te hizo esa bruja? –Preguntó la mayor de las
Höhner.
-
Sí, estoy bien… Nada, no me hizo nada. –Murmuró mientras mantenía
las manos sobre sus rodillas, tapando la sangre ocasionada por el picón.
-
¿Estás segura? –Preguntó la madura e intuitiva Azura nuevamente.
Varias
veces formuló la misma pregunta, y finalmente la cabezota Daysha decidió
contarlo, para que así ellas no cometieran el mismo error, y también porque sus
padres la habían educado bien, siendo así la verdad la que predominaba en el
hogar de los Höhner, aunque no siempre Daysha era sincera, pero en este caso se
trataba del bien de sus hermanas, era pequeña pero con cabeza y uso de razón.
Narró
torpemente lo sucedido en la habitación, aunque posiblemente se haya saltado la
parte de la ‘’paleta’’. Entre lágrimas miró a sus hermanas, pero finalmente
sonrío y les dio un beso a cada una, mientras de un saltó se ponía en pie en el
suelo.
-
¿A dónde vas? –Preguntó la pequeña Sherlyn.
-
Vamos de excursión.
-
Day… no podemos salir de aquí, si no la bruja nos peleará y
pegará.-Dijo Sherlyn en tono inocente.
-
Bueno… eso es verdad, no quiero ver a esa bruja. Nos quedaremos
aquí, aunque no me gusta la idea. ¿Qué podemos hacer?
Aquel
que podemos hacer se convirtió en un quebradero de cabezas durante horas,
danzando de un lugar a otro sin saber qué hacer. De ser aquella su habitación
en Alemania podrían hacer e imaginar miles de cosas, su habitación era alegre y
llena de colores, está en cambio solo hacía pensar en cosas tenebrosas y
oscuras. Las paredes teñidas de un color blanco que poco a poco habían acabado
cogiendo un tono grisáceo debido al paso del tiempo y la suciedad acumulada y
los muebles de madera de ébano, siendo está por naturaleza oscura, daba así un
toque más frío a la habitación casi sin iluminación, apenas la escasa luz de
una lámpara que colgaba del techo, puesto que la ventana estaba cubierta por un
enorme árbol que apenas dejaba pasar la tenue luz del sol, digo tenue porque en
las casi dos semanas que habían estado allí no había parado de llover, parecía
que el tiempo venía incluido en la tenebrosidad del orfanato, era como un
complemento más, como si de una película de terror se tratara. Clichés.
A
las pequeñas no les dio más tiempo para pensar ya que aquella joven que antes
se había llevado a Sherlyn y Azura hacia el comedor había llamado para que
fueran a almorzar. El que viniera aquella chica les resultó bastante extraño a
las niñas, pero sin rechistar y darle más vueltas a aquella cuestión salieron
en fila y en silencio de la habitación. En último lugar salió Daysha, ahora con
miedo por tener que ver a la Rotenmeyer de nuevo, pero al parecer aquel día se ausentaría
durante la tarde, la razón no se sabía, pero eso permitía un poco más de
libertad a las pequeñas charlatanas, las cuales se sentaron junto a Ander y
Zallsie. Daysha sonrío al oír las presentaciones y más aún cuando Ander puso la
boca en forma de ‘O’ sorprendido ante el idéntico parecido físico de Daysha
respecto al de su hermana.
Y
tras oír la explicación de las niñas río avergonzado por no saber que existían
aquella clase de niños.
Los
platos que se sirvieron, esta vez era una especie de sopa de pescado, con mejor
pinta que aquel desayuno que día tras día se repetía, gachas.
Daysha
se lo terminó enseguida, no solo por el hambre, ya que no había desayunado sino
también porque solo pensaba en volver a la habitación. Sabía que algún día
tendría que ver a la Rotenmeyer, pero ese día no estaba preparada, es más llegó
a decirles a sus hermanas que no saldría de la habitación, porque no quería ver
a la bellaca mujer que la había golpeado. En cambio Sherlyn con toda su
paciencia del mundo comía lentamente mientras hablaba con Ander y Zallsie, el
cual siempre tenía una sonrisa en la cara al menos siempre que Sherlyn se
dirigía a él.
El
almuerzo se extendió poco más, la primera en marcharse fue Daysha. Tras una
oleada de niños que corrían a sus habitaciones o a ajenas para jugar,
aprovechando la ausencia de la ‘Rotenmeyer’. Unos minutos más tarde salió
Azura, tras despedirse de Zallsie con la que no había parado de hablar, a pesar
de ser precisamente callada. Sherlyn en cambio se quedó planeando junto con
Ander a que iban a jugar por la mañana, podrían ir ahora a jugar, de hecho la
pequeña lo propuso, pero pronto ambos cambiaron de opinión. Ander iría a jugar
con sus amigos y ella con sus hermanas.
Ψ
Una
brisa fría entro por uno de los pequeños huecos libres de la ventana, haciendo
que Daysha se erizara de forma notable y diera un respingo al ver un rostro
familiar, un rostro que hizo que la pequeña Daysha estallara en llanto y se
pusiera ligeramente pálida.
-
Mamá…
Aquel
murmuró provocó que Azura mirara a su hermana, rompió el llanto nada más ver a
su madre, allí, sentada junto a su hermana acariciándole el cabello, como hacía
cuando alguna de sus pequeñas estaba triste.
-
¿Eres tu mamá? –Preguntó Azura mientras caminaba hacia donde
estaba Daysha y el espíritu de Cornelia, su madre.
Azura
escuchó claramente como decía que sí, pero en cambio Daysha solo veía como su
madre movía los labios sin emitir sonido alguno…
-
Azura… ¿Tú la escuchas? –Preguntó entre lágrimas.
-
Sí…
-
Mamá… ¿Cuidas de nosotras? ¿Lucas tenía razón? Nos estás cuidando
desde ahí arriba. –Preguntó con insistencia la rebelde Day.
-
Sí… por supuesto, siempre cuidaré de mis pequeñas princesitas.
¿Dónde está Sherlyn?
Azura le repitió a su
hermana lo que su madre había dicho para que así no tuviera problema en saber
de qué hablaban y haría lo mismo con el resto de la conversación.
-
Sherlyn… se quedó hablando con Ander, su “noviete’’. –Dijo Daysha
en tono de burla a pesar de las lágrimas que ahora contenía.
-
No es su novio Day, no seas mentirosa.
Cornelia
negó mientras reía, al ver que sus pequeñas seguían igual que siempre, aunque
había notado un pequeño cambio en su hija mayor.
Sintieron
pasos a sus espaldas, era Sherlyn, la que pronto se unió a aquella reunión
entre lágrimas, mientras miraba el rostro de su madre, y escuchaba su risa,
preguntándose el por qué su hermana no la oía. Y por fin Cornelia decidió que
era hora de decir su mensaje, la razón por la que se hallaba allí,
indudablemente era por sus tres hijas, pero en concreto por Daysha.
-
Day… peque. He venido por las tres, pero también para decirte que
te quiero, a las tres las quiero, y que siempre os estaré viendo desde arriba,
y cuando menos lo esperes, yo, papá, el abuelo o el tío Erich bajaremos a
verte.
-
¿El tío Erich también esta con ustedes? –Preguntó Daysha cuando su
hermana le repitió lo que había dicho su madre.
-
Sí pequeña, todos estamos arriba, pero llegará un momento en el
que no podremos bajar, pero siempre, siempre estaremos observándoos, así que
procura portarte bien porque ahora me tengo que ir, pero prometerme que os
portaréis bien. ¿Vale?
Y
una vez que las tres pequeñas asintieron conmocionadas de forma casi
instantánea el silencio se hizo en la triste habitación cuando Cornelia no dejó
rastro alguno de presencia. Esa visita había alegrado a las princesas, pero
también había sembrado dudas en las niñas, sobre todo el por qué dos de ellas si
veían y escuchaban a su madre y Daysha no. Pasaron el resto de tarde sentadas
en la habitación, Sherlyn leyendo un cuento que conservaba de la escuela de
Alemania.
Realmente
habían tenido suerte, el orfanato era alemán y solían traer allí la mayoría niños
alemanes o bilingües, por lo que el idioma no era precisamente un problema, y
más cuando con esa edad se aprende verdaderamente deprisa, en unos años podrían
hablar inglés a la perfección y sobre todo porque aquel orfanato podría ser odioso
e infernal, pero al menos la señora Marshall se había preocupado por los niños
alemanes de Estados Unidos aprendieran el idioma, contratando así una profesora
para que les enseñara inglés, mientras no estuvieran en el colegio, no era la
mejor, pero ayudaba.
El
día pasó con cierta tranquilidad tras todo lo sucedido, sin ningún suceso más,
al menos hasta la madrugada del día siguiente.
Clac,
clac, clac.
Un
paso, otro paso, otro, otro. Una voz que susurraba “Os encontré, os encontré, os encontré. Ahora solo tenéis que ayudarme,
ayudarme a escapar. Me persigue, me persigue. ‘’
Aquella
voz perturbó el sueño de Azura, ya no le parecía tan agradable eso de escuchar
voces, ahora le daba miedo…
Continuará...
Si te gusta, y quieres el siguiente capítulo solo tienes que pedirlo, y dejar tu opinión. Para ver si escribo el siguiente capítulo o no.
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PD: Se que este capítulo tiene menos drama y tal vez menos contenido que los demás, pero el quinto promete.
Tétrico final para una entrada evocadora. Como ya dije anteriormente, me gusta mucho tu forma de narrar. He detectado algún error sin importancia que seguramente sea más por el vocabulario de mi zona que otra cosa. Independientemente, es una segunda parte digna de la primera.
ResponderEliminarPD: Azura empieza a ponerme nervioso.
Posiblemente los halla tenido, no digo que no, de hecho esta bien saberlo, lo revisaré en cuanto pueda, de hecho siempre ando corrigiendo cosas.
ResponderEliminarMe alegra de que sea así, ambas cosas, esa era en sí una de las funciones de la callada Azura, pronto se descubrirán las demás...
Un beso.